jueves, 26 de julio de 2012

Hilo


Un hilo puede ser delgado o no,
puede ser unión,
puede ser un cordón umbilical,
puede ser el hilo de Ariadna para salir de nuestro laberinto.
Si es así hay que cuidarlo
acariciarlo…
Es solo un hilo,
del que dependen quizá cosas importantes.
Ni imaginamos a dónde nos lleva
pero sentimos la necesidad de aferrarnos a él
y develar el misterio.
Puede ser el que nos salve o el que nos ahorque…
Estará en algún lugar agazapada Átropos con su tijera?
Es solo un hilo,
un hilo enigmático
Hay que cuidarlo… por las dudas…

viernes, 20 de julio de 2012

Identidad y memoria

La memoria es una función psíquica, una función del cerebro que nos permite recordar hechos del pasado, pero también podríamos decir que es un constituyente imprescindible de nuestra propia identidad.
¿De qué modo se podría comprender nuestro presente sin tener en cuenta nuestro pasado?
Si padeciéramos de un ataque de amnesia, ¿estaríamos en posibilidad de explicarnos quiénes somos? ¿Es posible escindir lo que fuimos de lo que hoy somos,? Y mirando hacia adelante, ¿es factible proyectarnos en el futuro sin considerar nuestro pasado?

Si lográsemos registrar la totalidad de nuestros recuerdos nos sorprendería su número, se pondría en evidencia lo limitada que es nuestra memoria. Somos incapaces de recordar demasiado, es más, diría que hasta aquellos que tienen una memoria privilegiada sólo recuerdan una ínfima parte de sus vivencias. ¿Es que hay una selección inconsciente de aquello que recordamos? ¿Existe un filtro para nuestros recuerdos? ¿Pasamos nuestros recuerdos por un cedazo de granulometría muy fina?

Es probable que tendamos a rememorar nostálgicamente sólo aquello que representa un pasado agradable, en mayor medida, y de manera escueta aquello que nos muestra como seres con aspectos cuestionables. Nos hace sentir bien reconocernos en actos que según los valores adquiridos son aprobados, en promesas que hemos hecho y hemos realizado, todo lo que hace que merezcamos nuestro propio respeto y el de los demás. Ese filtro tiene un rol positivo ya que de otro modo viviríamos en una eterna recriminación respecto de nuestros errores o de nuestras promesas incumplidas, quedaríamos sumidos en un eterno mascullar, en la culpa, sin posibilidad de resolver y asimilar esos actos pasados y de pensar en nuestro futuro a partir de nuestro presente.

Pero no sería saludable borrar todo lo que nos resulta negativo pues ello significaría no responsabilizarnos de nuestros actos, no podríamos restaurar esas heridas, elaborar nuestro pasado, reconciliarnos con él y visualizar un horizonte al cual dirigirnos.

Con ese “olvido” parcial, y considerando a nuestros recuerdos como una representación de lo realmente vivido y a nuestro pasado como una construcción, ¿podríamos lograr alguna felicidad?

¿Se puede construir un futuro sin memoria responsable? Como ejemplo, ¿es posible como sociedad, no tener una memoria responsable respecto de los crímenes cometidos durante la dictadura? Sólo se restañan esas heridas con memoria y justicia. Y así es factible pararse en el hoy mirando hacia el mañana, pensando un mañana.

Volviendo a un plano individual, nuestro presente nos resulta comprensible cuando miramos nuestro pasado, cuando con o sin cernidor nos ponemos en contacto con nuestros recuerdos y esa comprensión es imprescindible para poder proyectarnos hacia el futuro, para pensar en aquello que consideramos que debemos y queremos construir. Tratamos de ver éste, nuestro presente, como el punto de partida de nuestro futuro, y lo pensamos desde nuestros valores y las motivaciones referidos a ese futuro.

Son las tres dimensiones de nuestra temporalidad, pasado, presente y futuro que están presentes en nuestra identidad. Y teniendo en cuenta “la fragilidad de nuestra memoria”, ¿cómo podemos hablar de una identidad que se fundamenta en ella y que se completa a lo largo del tiempo? Si bien ése que recordamos que fuimos sea una representación de lo que realmente fuimos, hay cuestiones que nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida, que permanecen, que subyacen, que tienen que ver con nuestros valores y también con aquello que prometimos, que nos prometimos y con lo que nos comprometimos. Estos últimos tres aspectos, traídos al presente por nuestra memoria, son elementos que conforman y ocupan un lugar preponderante en la memoria y de allí, en la esencia, en la identidad del sujeto, importantes partes constitutivas de la base de una identidad en continua construcción.