Pasan años, pasan como ráfagas de viento,
inexorables.
Algunas ráfagas me acarician y me dan contornos tenues.
Entonces mis frentes y perfiles se suavizan
en líneas y planos curvos, amables
y adquieren texturas acogedoras, impensadas.
Otras, me golpean como cinceles,
y me modelan con aristas,
ángulos agudos, superficies yermas
y adquiero una rigidez que me asusta y que asusta.
Así entre unas y otras voy y voy,
con soles y lunas sigo, luces y sombras,
fulgores y negruras me conmueven,
rincones oscuros y ventanas virtuales,
y voy y voy y voy...
mi alma y su imagen a cuestas
y voy y voy y voy...
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